Un inicio a puro metal pesado en Rock Al Parque

Así fue el primer día del festival Rock Al Parque

Cuando los dePerpetual Warfare le pidieron al público del Simón Bolívar que armaran una “pared de la muerte”, que se “dieran en la jeta, pero con cariño”, recordé una fantasía Gunter Grassiana (léase El tambor de hojalata): La señorita Pioch y el señor Vollmer se conocieron en el tranvía; él había pisado su pie, dejándole a ella el dedo gordo del pie derecho hinchado y de color morado. Se comprometió a quedarse a su lado hasta que la uña lastimada se curara. En ese tránsito se enamoraron perdidamente, pero una vez sanado, el cariño del señor Vollmer se enfrió. Sin hallar otra salida para reavivar la chispa, tuvo que convencerla de permitirle pisar el dedo de su  pie izquierdo: acto seguido, el amor renació.

Una historia de amor como ésta, entre cariñosos pisotones y puñetazos, pudo empezar ayer cuando cientos de metaleros se formaron en columnas para precipitarse unos contra otros como si de un pogo medieval, entre las tropas inglesas y las francesas por la conquista de Aquitania, se tratara.

A primera hora y con escaso público abría el primer día de festival, en el escenario Plaza, Socavón quienes le advertían a los asistentes que “el death metal no es para princesitas”, llegado el caso de que hubiera alguna. Esta es una banda con un sonido extremo acompañado de letras con una fuerte crítica social, sobre todo con lo referente a las víctimas de la guerra en Colombia.

Entre el público encontramos a Héctor Carmona, integrante de Luciferian, icónica banda del Black metal colombiano y  quienes recientemente fueron parte del documental noruego Black Hearts, donde se refleja la lucha por la libertad de expresión de bandas de Irán, Grecia, Noruega y Colombia. Su impresión de esta edición del festival fue que, a pesar del recorte presupuestario, se logró consolidar un cartel variado, cuyo valor más importante es ser una vitrina para las nuevas agrupaciones.

Sobre la tarima del Plaza también se presentaron bandas como Stained Glory, Adaimon y los curiosos No Raza, que a pesar de ser una banda paisa, trajeron con su vestimenta  ecos del grito de guerra de unos salvajes guerreros escandinavos.

Para cerrar la tarde se escuchó el proyecto alterno de Álex Oquendo, líder de la icónica Masacre, Morbid Macabre. Oquendo fue recibido como un verdadero ídolo por parte del público, que paulatinamente iba aumentando, pues ya casi llegaba la presentación de dos grandes: The Black Dhalia Murder y los históricos Sepultura, para cerrar la noche. Camisetas de una y otra banda predecían la descarga de potencia y agresividad que se avecinaba.

The Black Dhalia Murder fue la primera banda internacional en el escenario Plaza. Los de Watford, Michigan, dejaron al público satisfecho, interpretaron varias de sus temas conocidos y dejaron el terreno preparado para que se subiera al escenario Perpetual Warfare una banda queridísima por los metaleros, sobre todo bogotanos.  Dentro del anecdotario de su presentación, además de haber incitado a la formación de los ejércitos que se enfrentarían en “la pared de la muerte” (pero con cariño) fue la aparición sobre el escenario de un gran lagarto con armadura (recordaba a un villano de los Power Rangers, o a una tortuga ninja después de haber perdido su fe en la bondad) símbolo de todo lo lagartesco y hasta iguanesco, de la política colombiana.

Por fin, cerrando la noche, los históricos Sepultura dejaron a Rock Al Parque feliz, eufórico, demostrando que 30 años de historia se notan sobre un escenario. Su presentación podría calificarse como soberbia, pues hasta en la zona de prensa algunos con poca cara de reporteros intentaron armar el pogo.

Buena calificación obtuvo este primer día de festival, que nos dejó a muchos con dolor de cabeza, pero sobre todo con  ganas de escuchar más sorpresas en lo que resta de festival.

Crónica: Camilo Lamilla Tamayo
Fotos: Camilo Lamilla Tamayo/Julián López Cortés