Aunque ni los mismos integrantes saben bien la fecha exacta del lanzamiento, la agrupación mexicana, Café Tacuba, cumple 20 años de haber lanzado al mundo su segundo álbum de estudio, el cual les generó más criticas que elogios. Hoy, a sus 20 años, el “Re” se ha convertido en el álbum más emblemático de la agrupación mexicana .
A diferencia de lo que muchos piensan, los tacubos, desde sus inicios no fueron una banda reconocida por tener un contacto intenso con la tradición mexicana. Eran muchachos que vivían alejados, en un sentido, de todo lo mexicano y sus influencias eran bandas norteamericanas y británicas de rock punk y post punk como The Cure, The Smiths, Stone Roses, The Who, entre otros.
Por eso, cuando salió al mundo el disco que ellos consideraron su obra maestra, Re, todo el mundo se burló, criticó, y hasta se rasgó las vestiduras. El disco desde “El Aparato” hasta “El Balcón” parecía un mal chiste e incluso un chiste mal contado en aquel año de 1994. El resultado era una suerte de mezcla, sonidos propios del folklore mexicano con sonidos estridentes, letras críticas, y en muchas ocasiones guitarras tan propias del post punk norteamericano que, entonces, daba cabida a que a todos mis amigos les gustara por lo menos una canción del disco. Había espacio para todos en un sólo CD, en una sola sigla, Re.
Cualquier melómano que haga la tarea bien hecha y que se siente a escuchar las 20 canciones del Re se dará cuenta que en el disco se juntan las ganas de mandar todo a la mierda, el romanticismo de los boleros que nos permite evadir una realidad social difícil, la estética horrible pero necesaria del punk, lo bailable del funk y un intento demacrado de revivir a Chavela Vargas, en rancheras mal hechas, para una cultura de jóvenes que no tiene necesidad de conocerla.
Desde entonces, todos los colombianos que alcanzamos a tener cierta conciencia de lo que pasaba en el mundo con el rock en español empezamos a tener una idea de que los mexicanos tenían una actitud totalmente revolucionaria ante la vida y, así, era válido y aceptable unirse a los pogos que fueran, así fuera de vez en cuando y sin necesidad de botas de tipo obrero, para hacerle entender a todos que la música, y en concreto el rock se prestaba para fugarse de una realidad compleja, cualquiera que fuera.
La primera vez que tuve contacto con el disco cumpleañero fue alguna vez en un Sprint azul que tenía mi papá y, en el cual, camino hacia una fiesta sonaba en un CD grabado por él, aquel sencillo lleno de funk y de contratiempos en los puentes de la canción. Esa amalgama que era y que es una canción como “El Metro” me convencieron completamente de que yo, aficionado y principiante en lo referente a lo musical, tenía que averiguar más sobre un grupo que desde su nombre me parecía jocoso e irreverente pero que en lo musical se imponía como algo original y diferente, algo no típico y, por supuesto, con mucho talento.
Así pues, recuerdo que me empecé a empapar de inmediato de aquel sincretismo que tenía el disco. Busqué una a una las canciones que conformaban el logro de unos mexicanos desaliñados; así les decía mi mamá.
Recuerdo que después de “El Metro” quise explorar el álbum y me topé con otras canciones como “Las Flores” que logra una introducción de 16 compases, como en la forma del blues, en ocasiones, pero con guitarra, tambores alegres y un arpa con un sonido llanero.
La canción rápidamente se convierte en un ska y contiene una de las letras más bonitas pero no cursis, ni melosas que jamás haya escuchado. Fue tanta mi afición por esa canción que después de cantarla por meses en el baño la dedique a una novia que tuve. Hoy en día creo que ella no valoró, tanto como yo, esa canción. Y es que ¿quién dedica una canción de Café Tacuba? por lo menos de ese CD, nadie.
El disco sorprendió y sigue sorprendiendo. Hasta sus integrantes están sorprendidos, no sólo porque ya han pasado los años sino porque nunca pensaron que “Re” lograra hacer el gigante que es hoy en día; sobre todo si se tiene en cuenta lo mal que le fue al disco con las criticas en el 94, por lo menos así lo afirmó “Joselo”, guitarrista del grupo al periódico mexicano, “El Excelsior”.
El caso es que todas las canciones, “La Negrita”, “Ixtepec”, “El Ciclón”, “La Pinta”, “El Tlatoani Del Barrio”, “El Baile y el Salón” y el resto del equipo sonoro del “Re” conforman un excelente y exquisito plato musical para todos aquellos amantes de las fusiones. Por lo pronto es todo lo que hay que decir. Feliz Cumpleaños a ese disco ecléctico, rockero, efusivo y mexicano. Y a los tacubos un gran aplauso por su obra maestra.
Por Rodrigo Alejandro Munévar