Reseña de su último disco y algunas reflexiones sobre su muerte. La partida de David Bowie ha sido una tragedia para el mundo de la música y el arte.
Por: Jacobo Celnik
Leonard Cohen dijo durante la entrega del Príncipe de Asturias: “Y si uno quiere expresar la grande e inevitable derrota que nos espera a todos, tiene que hacerlo dentro de los límites estrictos de la dignidad y de la belleza”. Pues David Bowie se lo tomó muy en serio. ¡Qué manera de morir!
“Su muerte no fue diferente a lo que fue su vida, una obra de arte”, dijo Tony Visconti a la BBC. Y su regalo: “Blackstar”. Como lo dije en la reseña en El Colombiano: nada, absolutamente nada en la carrera de Bowie, sucedía por azar. Basta con leer con detenimiento la letra de “Lazarus”. A todos se nos pasó el mensaje cifrado….”Look Up Here Im in Heaven. I´ve Got Scars That Can Be Seen”. Y como si todo esto no fuera suficiente, Bowie calculó perfectamente el arte del disco. Ya no es necesario usar el filtro de Facebook y escribir Je Suis Bowie. La estrella negra quedó para siempre.
Cito a Andrew Loog Oldham en la entrevista publicada en Satisfaction:
Yo creo que David Bowie es, probablemente, el artista más influyente. Hay cosas muy extrañas. Bruce Springsteen, por ejemplo, toca para el doble de personas en Europa que en Estados Unidos, algo paradójico si se considera que él es particularmente estadounidense. Es muy bueno en vivo, te renueva el alma. En España e Italia toca para ochenta mil personas, y nunca para más de veinte mil en Estados Unidos. Pienso que, de manera subliminal, genera una atracción sobre los espíritus fascistas que hay en Italia y España. Creo que David Bowie es el más inteligente de todos los rockeros. Mírenlo de esta forma: Paul McCartney tuvo una larga vida después de Los Beatles, desde 1969, 1970… Eso es una asombrosa cantidad de tiempo, una carrera admirable tanto en Wings como de solista, pero todos los días se reinventa. Mick Jagger, lamentablemente, nunca tuvo una carrera solista, salvo como famoso en los periódicos. David Bowie, por el contrario, tiene una trayectoria impecable.
David Bowie Blackstar (2016)
Es una obra maestra de principio a fin, alejado del rock, cargado de drama, tensión, histrionismo y más orientado a una propuesta de tipo avant-garde. Parte de la clave para comprender el sonido del álbum está en la canción “Heat”, el corte que cierraThe Next Day (2013). Violines atonales muy bajos, que se repiten al inicio del álbum, justamente en “Blackstar”. Las siete canciones que conforman este trabajo de 41 minutos transitan por sonidos que van desde el jazz fusión, drum´n´bass, ambient, electrónica, hip-hop, rock progresivo e industrial y aires folk. Esto marca una distancia importante respecto de The Next Day, un disco que estuvo más enfocado en el retro rock, con el que Bowie quiso además recuperar sus raíces de la etapa de Berlín a finales de los 70. Así que el artista inglés una vez más sorprende pues se especulaba que el nuevo álbum conservaría una onda nostálgica. ¡Error! Bowie no se repite, avanza, experimenta, propone y lo hace de manera acertada. Va dejando pistas para que armemos ese rompecabezas de especulaciones que muchas veces suele ser desacertado, pues con Bowie lo único cierto son los hechos y que no se despega de su productor Tony Visconti, clave en este álbum.
Como buen artista hermético y milimétrico, se toma su tiempo y toma las decisiones correctas para dar forma a las ideas que rondan en su cabeza. La primera, fue cambiar de banda. Esta vez la base rítmica está de la mano de los mejores músicos de sesión de la escena del jazz de nueva york, especialmente del saxofonista Donny McCaslin. Lo segundo que ha alterado la zona de confort del artista, es que no hay solos de guitarra, el saxofón lidera el ensamble musical y es la primera vez que un álbum de Bowie no tiene su imagen en la portada. El logo símbolo con su apellido tiene un guiño especial a los años de Ziggy Stardust. Otro aspecto para destacar es que dos de los temas de Blackstar ya habían visto la luz: la Scottwalkeriana “Sue (Or In a season of Crime)” y “’Tis a Pity She Was a Whore”, ambas incluidas en el compilado Nothing Has Changed (2014). La primera fue grabada nuevamente y dista de la primera versión junto a la compositora Maria Schneider.
Otro de los temas destacado es “Lazarus”, una pieza dramática que Bowie trabajó para una obra de teatro en Broadway y que se lanzó como sencillo a finales de 2015. No es la primera vez que Bowie se adelanta o da pistas de los pasos que dará. Lo hizo con Diamond Dogs en el 74 y en Heathen (2003) al incluir algunas piezas que ya habían visto la luz. El disco está unificado desde el sonido, más que desde el concepto de sus letras, varias de ellas con personajes muy definidos y metafóricos como “bluebirds” e hijos pródigos. La idea central gira en torno a sobrevivir y tener que vivir de por vida con un marcapasos, el mensaje para darle el nombre al álbum. Musicalmente es inevitable asociarlo con King Crimson, Scott Walker, Miles Davis, Zappa y Henry Cow. Es un disco que denota una nueva etapa en la carrera de Bowie, quien a sus 69 años es un sobreviviente que ha sabido sacarle provecho a la cercanía con la muerte y lo cruel que puede ser la vida. “Mañana, es para quienes anticiparon su llegada”, decía un aviso promocional del álbum Heroes en 1977. Ahí está la clave del modelo Bowie 2016.
Lazarus (David Bowie)
Look up here, I’m in heaven
I’ve got scars that can’t be seen
I’ve got drama, can’t be stolen
Everybody knows me now
Look up here, man, I’m in danger
I’ve got nothing left to lose
I’m so high it makes my brain whirl
Dropped my cell phone down below
Ain’t that just like me
By the time I got to New York
I was living like a king
Then I used up all my money
I was looking for your ass
This way or no way
You know, I’ll be free
Just like that bluebird
Now ain’t that just like me
Oh I’ll be free
Just like that bluebird
Oh I’ll be free
Ain’t that just like me
*Reseña publicada el domingo 10 de enero en el diario El Colombiano de Medellín.