En noviembre, el Festival Altavoz ofreció un gran tributo a la banda sonora de la película. Giovanni fue una de las personas que lo hizo posible.
Hace 30 años, en 1986, se estrenó en Colombia la película Rodrigo D. No Futuro, una cinta que reflejó la realidad social de Medellín, y Colombia, a través de punk y del metal.
Son por excelencia los géneros más contestatarios. Incluso en Colombia, un país que a pesar del reguetón y la música popular que reina en emisoras, el punk es mucho más importante de lo que muchos piensan. Thurston Moore, guitarrista de Sonic Youth, ubicó a Rodrigo D, entre las 10 películas de punk más importantes de la historia.
Muchos eran muy niños en la época de Rodrigo D. Otros ni siquiera habían nacido. Ver la película era conseguir una copia en VHS, de pésima calidad; su banda sonora fue todo un mito urbano y llegó a oídos de miles de personas en casetes regrabados.
Para entender la importancia de Rodrigo D en la historia del cine y el rock colombiano, y para conocer el contexto socio cultural en el que fue grabada, hablamos con Giovanni Rendón, bajista de P-Ne (uno de los grupos que hizo parte de la banda sonora), y gran responsable de lograr el tributo.
Cómo se armó la idea de montar el tributo a Rodrigo D en el Festival Altavoz
Creo que el tributo surgió como una necesidad del Festival, de hacer el reconocimiento a los grupos que participaron en la película y en la banda sonora.
Yo me enteré del tributo estando en España. Casualmente me había encontrado el disco de la banda sonora en una tienda especializada en Madrid. No lo compré, cosa de la que me arrepiento mucho; era una edición española de un personaje que tenía un Squatter (refugio para punks).
Pero me quedé con la hartera de no habérmelo traído para hablar con la gente que lo está prensando acá, saber por qué está circulando fuera de Colombia y cómo lo están haciendo.
El caso es que un día antes de regresar de España se definía el listado de bandas que tocarían en el tributo; así que contacté a la producción y les pedí tiempo para llamar a Ramiro Meneses. Él era la persona más idónea para estar ahí.
Cuando volví a Medellín, empezamos a trabajar en las visuales y nos dimos cuenta que P-Ne, estaba en los elegidos.
Una vez definidos los grupos que harían parte del tributo, se conformó una banda base que tocaría todos los temas, y a ella se irían sumando los otros grupos. Así, el grupo “base” quedó integrado por Ultraviolence (Jaime Ocampo –director musical del tributo- y Kike, el bajista de Atanator).
Desde el principio, lo que buscamos fue tener gente que haya estado en la grabación de la película y nuevas bandas. La intención era juntar generaciones.
¿Cómo se hizo el montaje?
No sé cómo me metí a hacer el tributo. Yo quería más bandas en este concierto, pero pasó que muchos estaban tocando en el Altavoz y no podían hacer los dos ensayos, otros no tenían tiempo y otros son ajenos al Festival, así que no querían participar.
Se volvió un poco un problema porque cualquier persona se quería subir y no era la idea. Tuvimos muy poco tiempo para armarlo. En un mes y medio juntar a la gente, ensayar y acoplar fue muy difícil. Lo más sabio entonces fue armar la banda base y traer músicos específicos que se sumaran. Pero no fue el resultado que yo anhelaba.
Pero mucha gente dijo que el tributo fue lo mejor del festival. A todos ustedes se les veía muy felices en el escenario
Creo que lo más importante fueron todos los músicos que se subieron a la tarima, todos dijeron que debía ser una fiesta. Así, lo que te acabé de decir pasa a un segundo plano, porque se terminaron fusionando las versiones originales con lo actual.
Todos éramos una comunidad de rockeros entre el punk y el metal. Cuando arrancaban las bandas de metal, los punkeros decíamos “Huy, esto está una chimba”. Fue una suerte redescubrir los temas; nos reconectamos con el origen del metal de Rodrigo D.
Desde que se conformó la banda sonora, siempre hubo más atrevimiento que conocimiento, porque no éramos músicos. Y estos ensayos nos reconectaron con ese momento, con la transformación de la ciudad, con el origen del rock y el metal en Medellín.
Nos dimos cuenta que nuestra música era muy sincera. Recordamos cómo nos marginaba una sociedad hipócritamente conservadora; nosotros estábamos en contra del establecimiento, de la religión, de la educación.
Claro, era la esencia del punk: “voy a tocar aunque no sepa”
De acuerdo. Y lo más difícil era que decíamos “vamos a tocar aunque no sepamos”, pero tampoco teníamos instrumentos. Tocábamos con canecas de pintura, con todo tipo de cilindros que encontrábamos; éramos como unos lutieres. Hicimos bajos hechizos.
Pasar por una tienda era soñar con un instrumento muy jodido de conseguir. Yo toqué con la guitarra de Carlos Mario Pérez (La Bruja), de Parabellum. Era tan tenaz, había una falencia muy difícil en esa época. Entre punkeros y metaleros nos rotábamos los instrumentos.
El rollo del “Do It Yourself”, fue importante acá en Medellín en esa época. Nos comprometimos y lo hicimos con una honestidad muy tremenda. Y mira, 30 años después, ese recuerdo está latente.
De alguna forma Rodrigo D hace parte de la cultura popular de Colombia
Retrata la vida del barrio. Yo la volví a ver hace poco y reconocí la ciudad. Retrata las dos caras de Medellín y muestra la ciudad tal y como fue en esa época.
Uno identifica mucha realidad de Colombia en esa película. En esa época los rockeros caminábamos mucho porque no teníamos dinero, y no nos dejaban subir a los buses por la pinta.
También se construía la ciudad. Muchas tomas se hicieron en terrazas; hoy todo eso está urbanizado. La película retrataba una problemática social alrededor del dinero. Entonces estaba la realidad de la gente que buscaba el dinero fácil, y la de las personas que iban en contra del modelo de ostentación.
Y en medio de eso estábamos los músicos: los punkeros y los metaleros.
La película muestra la nostalgia de Ramiro por su madre muerta y la lucha del narcotráfico y el sicariato con el músico. Una división: ellos tenían un fierro, pero nosotros las guitarras.
Te cuento una historia. En esa época, cuando Rodrigo D se presentó en Canes, yo estaba con Luis Alberto Álvarez, un crítico de cine. Él nos dejaba entrar a sus clases en la Bolivariana (Universidad Pontificia Bolivariana) de comunicación. Él nos colaba en clase con los chicos de la UPB -que nos miraban como un “culo”-, por raros.
Luis nos dejó hablar con un sacerdote que también hacía crítica de cine. El cura se sentó con nosotros y nos dijo “en este momento están dando la película en Canes”. Después me miró y me dijo “te quedaste en la historia de Colombia”. Nos habló a todos otra vez y nos dijo “es que la memoria de los pueblos se construye a través de la cinematografía”.
Ahí Rodrigo D se volvió muy importante.
Y hacer una banda sonora con músicos que no son músicos también es muy verraco. Se juntó la realidad de la ciudad, el cine y unos locos contestatarios.
Quizá eso ayudó a que el Metal y Punk de Medellín sean tan reconocidos en el mundo
Tienen que ver el documental de Vice sobre Parabellum. Ese grupo creó los fundamentos del metal en Medellín, y principalmente, a través de Carlos Mario “La Bruja”. Punkero y metalero que no respete a Parabellum, está loco. En esa época eso se llamaba Ultra Metal.
En Medellín la influencia de esa banda fue definitiva para todas las demás bandas que salieron.
Con respecto a nuestro sonido (el de Medellín), siempre nos distanciamos por las ideas y por la misma forma cómo hacíamos la música. Al tiempo escuchamos el punk de los 70 (The Clash, The Damned, Sex Pistols), con los compilados de Metal Blade, llamados Metal Massacre.
Lo más interesante con estos géneros es que cada país o ciudad se apodera del sonido, y eso fue lo que pasó con Medellín.
Volviendo al tributo, se logró poner muchas generaciones en el escenario
Sí, estuvo mucha gente que hizo parte de la película y de las grandes leyendas del metal de Medellín, hubo músicos de Masacre y de Agressor.
Ver a Andrea Ávila (Agresor), tan tierna y con esa voz tan tremenda. Ella, por ejemplo, no tiene la edad de la película. Tuvimos a Rosita y Los Nefastos muy parchados en el escenario; hubo mucha gente allí que se la gozó.
Claro, impactó a tantas generaciones que otra vez hay ediciones de la banda sonora circulando, y son muy costosas
A mí, el tema del precio me molesta mucho. Nosotros no tenemos el disco, siendo personas que tocamos en esa banda sonora. Me cuesta entender que haya gente haciendo dinero con eso; muy chévere si eso se invierte en un fondo para rockeros, o una escuela; un lugar para que los punkeros tuvieran donde llegar y bañarse, comer algo.
Yo me hago muchas preguntas. ¿Quién lo controla? Rico que ruede la música, pero nosotros deberíamos tener esa pieza. “Vamos en contra del sistema”, pero entonces cobran más de 100.000 pesos por una copia en CD del disco, muy mal hecho.
Yo me siento muy extraño con eso. No lo compré en España porque sabía que al cambio del euro me iba a salir más caro, así que decidí comprarlo al regreso acá en Medellín. Y me encuentro con la sorpresa de que me cobran 150.000 pesos… ¿En serio? Salí indignado.
Las casas disqueras y la industria han sido una mierda para las bandas. Cuando grabamos el disco nos dieron 30.000 pesos de esa época, eso alcanzó para una botella de ron y dos acetatos.
No nos ganamos nada haciendo esa pieza. Pero entonces, con el tributo cobra importancia nuevamente, y con estos conciertos nos volvemos a apropiar de esa música. Esto más allá de ser un homenaje, fue un parche en tarima; y no podía ser organizado, tenía que ser caótico. Y así fue.
Y quién se quedó por fuera en el tributo
Mucha gente. Hizo falta una persona muy importante que hizo mucho por el punk en Medellín, Freddy “El Chino” Rodas; a él lo mataron. Hizo falta Sergio de “No”, no me pude comunicar con él; también faltó el Negro de “NN”. Yo diría que faltaron todos los de las bandas.
Estuvimos buscando a Piolín. También faltó “IRA”; me hubiese encantado tener a “Nadie”, hubiera sido una chimba que Dilson (La Pestilencia), hubiera estado al igual que Alex Oquendo (Masacre), eso habría sido brutal. Gente de Tenebrarum, Nepentes…
¡Faltó media ciudad!
Texto y fotos: Julián López Cortés
@Eljuli_Lopez