La banda sueca de death metal melódico, In Flames, regresa después de tres años para mostrarle a sus fans su último trabajo discográfico, “I, the Mask”.
A finales de 2018 el quinteto de Gotemburgo anunció el lanzamiento de lo que sería el decimotercer álbum de su carrera. El 1 de marzo de este año estuvo disponible en físico y en todas las plataformas digitales.
El álbum, en términos generales, cuenta con un notorio protagonismo por parte de las dos guitarras. Esta potencia plasmada en la mayoría de los riffs es perfectamente acompañada por la voz inconfundible del vocalista Anders Fridén, que combina hábilmente su voz gutural y melódica a través del disco.
Recuperando antiguos fans
No se puede negar que la banda se alejó de su sonido original con el que se dio a conocer a mediados y finales de los 90. La esencia de álbumes como “The Jaster Race” (1996) o “Whoracle” (1997) es extrañada por la mayoría de sus seguidores clásicos e ignorada por muchos de los actuales.
Sin embargo, “I, the Mask”, en algunas de sus canciones, retoma ese sonido que tuvo In Flames al inicio de su carrera y que es característico del llamado “sonido de Gotemburgo”. Temas como “I am above” o el homónimo “I, the Mask” no dejan duda de lo anterior.
Añadido a lo anterior, el álbum también tiene un sonido más inclinado a su evolución. Canciones como “Burn” y “All the pain” recuerdan sus dos últimos álbumes: “Siren Charms” (2014) y “Battles” (2016).
Acompañados de un grande
El disco fue producido por Howard Benson, productor musical que ha trabajado de la mano de bandas de alto calibre como Sepultura y Motörhead. El estadounidense, dos veces nominado al Grammy, ya había trabajado con la banda sueca en su decimosegundo álbum “Battles”.
Benson también ha trabajado con artistas de distintos géneros como rock alternativo (Hoobastank) y pop (Kelly Clarkson). Este bagaje musical del productor estadounidense es notorio en canciones como “Follow me” y “We will remember”.
“I, the Mask” es un álbum que muestra la evolución sonora que ha tenido In Flames con más de 25 años de recorrido artístico, y que, de cierta manera, vuelve un poco a esas raíces que consagraron a la banda como uno de los máximos exponentes del death metal melódico.
Por: Felipe Tavera Jaramillo