Mi deseo número 1: Ver a AC/DC en concierto – Chuleado

Juro que al llegar a New York el 9 de julio no tenía ni puta idea (EnePeI) que iba a terminar viendo a mi banda preferida en vivo y en directo.

En uno de los tantos paseos familiares por la grandiosa ciudad de New York, cuyo guía espontáneo fue mi hermano Daniel Monroy (de 18 años y quien vive acá en NY hace ocho, gran amante del buen rock: el clásico y por supuesto seguidor del poder de AC/DC) mencionó sin mucho “bombo” la presentación de su gira “Rock or Bust” en New Jersey el día 26 de agosto. Yo quedé helado.

Nada cuadraba por supuesto, como suele suceder en estos casos. Mi pasaje de vuelta decía clarito 4 de agosto, el precio de la boleta no estaba presupuestado y mi familia se iba el tres. Miré mi guitarra y entendí que Dios y el rock se expresan de maneras misteriosas. Mi trabajo me permite hacerlo en un lugar donde haya un micrófono y un computador (eso es una bendición) entonces no tengo que estar atado a una oficina y además la imposibilidad de trabajar con visa de turista no te restringe el poder sacar tu guitarra y tocar en ciertos lugares, donde el público además de ser receptivo, es generoso.

Seguro iba extrañar a mi familia, la sigo extrañando, pero ya no había vuelta. El mismo 4 de agosto le informé a mi hermano, quien en ese momento ya estaba haciendo un curso de inducción en la universidad de Buffalo, que me quedaría por lo menos 3 meses más, y para asegurar la decisión compramos las boletas.

acdcComo dicen por acá: “a man’s gotta do what a man’s gotta do”.

Ahí se inició una de las más grandes experiencias en mi vida: ver a AC/DC en vivo. Las boletas de adelante para ese momento ya estaban impagables, su precio era muy alto. Igual los gringos, cuya mayoría son más altos que mi hermano y que yo, iban a estar parados ahí, con lo cual corríamos el riesgo de tener a un “vergajo” de 1,90 evitándonos disfrutar del evento de nuestras vidas.

Decidimos pagar 400 dólares y lograr un puesto donde se pudiera observar todo el escenario, con una silla y con fácil visual a las pantallas ¡ambas! Una posición cómoda desde la cual poder disfrutar de las salvajadas de Chris Slade, baterista interino que reemplaza a Phil Rudd cuando este se porta mal y que en una opinión muy personal, ha sido el mejor baterista que ha pasado por AC/DC.

También había que calmar la curiosidad de ver “al sobrino de Angus”: Stieve, como titular en la banda y que ha creado un ambiente nostálgico por la ausencia de Malcolm, pero a la vez interesante al poder medir los sutiles cambios en la potencia de estos genios inmarcesibles.

Los días se vinieron juntando y parecía que el tiempo no pasaba. La fecha “se acercaba pero sin acercarse”, la hermosa New York de repente dejó de ofrecer cosas divertidas para mí y sólo pensaba día, tarde y noche imaginándome el momento en que Angus tocara su primer solo del concierto, seguramente interpretando “Rock or Bust”.

Acá los boletos se imprimen y generalmente tan pronto salen a la venta alguien los compra por un precio razonable y a los dos o tres meses, o el mismo día del concierto, los puede vender a un precio mucho más alto. Tremendo negocio. Pero todo está regulado aquí, ¡hasta la reventa! La impresión la hice con quince días de anticipación. Y no podía creer que tan sólo fuera necesario un código de barras sin holograma infalsificable en 3D, o una impresión sobre papel especial. ¿Las posibilidades de que “El tipo” volviera a vender las mismas boletas podría existir?, ¿y si llegan antes que nosotros, con el mismo código de barras, nos íbamos a quedar afuera? Ante estas dudas mi hermano solo se podía reír. “Eso no pasa acá” me decía burlón cada día.

En efecto eso nunca pasó. Lo que sí sucedió fue que se vino el día 26 de agosto luego de que adelanté todo el trabajo que pude (y que tenía que enviar a Bogotá) el día anterior. Ese día encontré una estación de radio por Internet que sólo tocaba canciones de AC/DC y así desde las cinco de la mañana inició uno de los días más especiales de mi vida. Mi hermano quien había llegado hace dos días de su curso preuniversitario quería dormir más pero yo no lo dejé. Había mucha música y poco tiempo. En verdad no quería que se nos hiciera tarde.

No podía entender cómo para un concierto de AC/DC no habían informativos anunciando filas de carpas con gente acampando fuera del estadio, no. Eso acá no se puede hacer. Parafraseando un poco a don Alberto Casas (reconocido hombre de radio) todo es tan organizado que con “cada niño con su boleta” es suficiente.

Salimos con suficiente tiempo, yo pensando en las filas pues las puertas las abrían a las 7:30 de la noche, así que a las seis de la tarde llegamos al MetLife Stadium. Cuando vi el lugar entendí la razón principal por la cual es difícil que AC/DC se presente alguna vez en nuestro país. Es un estadio al que le caben cómodamente: 82.566 almas. Para que hagan cuentas necesitaríamos sumar otro El Campín en Bogotá para dar el número.

Cuando ingresamos por una de las tantísimas entradas para los asistentes, no se vieron empujones, no hubo cuellos de botella, no nos quitaron las correas, no hubo que descalzarse, nada de la indignante requisada, nada de policía por todos lados. Llaves y celulares en un lado, mientras la máquina te escanea, te dan la bienvenida y estas adentro. Es rápido y simple. 7:35 minutos de la tarde.

Estadio vacío. Fuimos de los primeros mientras afuera todos estaban de parranda. En sus carros ponían la música de AC/DC, con el Barbecue al lado para comer asado como si fuera domingo, la cerveza en espacios públicos está prohibida… pero vimos bastante.

Compramos nuestras cervezas, pues mi hermano ya tiene 18, en Colombia es permitido, el es colombiano y es un concierto AC/DC ¡para mi es suficiente argumento!

Vintage Trouble de Los Ángeles (una excelente banda que ya había visto en el “Vive Latino”) hizo la apertura con menos del 50% del aforo. Sin embargo hicieron un show tan o más poderoso que si hubiera estado lleno el estadio. De cualquier manera no podía dejar de pensar en lo que se venía.

Al terminar Vintage Trouble comencé a sufrir uno de mis ya famosas descompensaciones por tensión alta, un “High Voltage”, podríamos llamar. Tuve que parar de tomar cerveza, igual no quería pasar de una pues quería guardar en mi mente la mayor cantidad de recuerdos y detalles que pudiera. Respiré profundo, tomé agua, en fin… Al oscurecer y aún con alguna cantidad de rockeros impuntuales se apagaron las luces del estadio…

IMG_7111Empezó a cumplirse el deseo No 1 de mi lista.

Salió en las pantallas el vídeo que tantas veces había visto por Internet, el que le da apertura al show pero con un sonido más claro y poderoso de lo que imaginé. Sí, el del astronauta que ve cómo un meteorito llamado AC/DC se estrella contra La Tierra y que al impactar se escucha el primer “riff” de una de las mejores canciones “nuevas” de AC/DC, ROCK OR BUST.

Mi sueño se estaba cumpliendo, estaba viendo a Cliff Williams a Chris Slade a Stevie Young a Brian Johnson y por supuesto a Angus Young; a su majestad: AC/DC, terminaba así un “estreñimiento” rockero de más de tres décadas.

Todo pasó demasiado rápido, siguieron en su orden: “Shoot to Thrill”, “Hell ain’t a Bad Place To Be”, “Back in Black”, “Play Ball”, “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”, “Thunderstruck” (adjunto set list). Y realmente en este momento aterricé y me di cuenta que estos “manes” son unos extraterrestres. Brian Johnson, no canta las canciones en su tono original y sin embargo, su voz sigue tan pura y potente como siempre lo ha sido, igual que su energía.

Angus Young, un veterano de 60 años, se mueve mucho más que algunos jóvenes de 20 y que se hacen pasar por grandes bandas. Su ejecución tan reconocida, tenía algunas pocas imprecisiones, como para obligar a creer que lo que se está viendo no es un sueño, es real y es poderoso, sobrecogedor, es rock.

El público asistente, aunque parco, disfrutó con grandes cantidades de cerveza y marihuana el concierto. Pensé en que sin lugar a dudas además de mi hermano Daniel hubiera también disfrutado la presencia de algunos de mis cercanos, y aunque estuvieron conmigo en el corazón, me los imaginé enloquecidos de la felicidad, cantando y gritando a mi lado.

Por las manos de Angus desfilaron más de tres SG’s, más de 20 solos, incluyendo el de “Let There Be Rock”, que viene acompañado del clásico “duck walk” y que siempre enloquece al público, además del “desfilado elegante” por la pasarela que termina a unos 50 metros del escenario principal y que contiene un pedestal circular que se eleva unos tres pisos, dónde Angus se retuerce, mientras su guitarra suena, como desde niño la había escuchado.

El encore obligado: “Highway to Hell”. Y para cerrar con grandes “totes” de cañón y un maravilloso set de fuegos artificiales: “For Those About to Rock”, que para ese momento y ya sin voz contestaba: “WE SALUTE YOU”

¡¡¡¡QUÉ CHIMBA HIJUEPUTA!!!! Y disculparan, pero fue la manera más colombiana que encontré, para expresar mi felicidad en medio de tanto extranjero. (Aunque el extranjero soy yo)

AC/DC me confirmó la razón por la cual es mi banda preferida, el porque son los más grandes del mundo, reafirmó mi amor por su música, valió la pena quedarme. Estos recuerdos se van conmigo, igual que los cachos.

¿Ver a AC/DC en vivo?: ¡chuleado!

El setlist

Rock or Bust
Shoot to Thrill
Hell Ain’t a Bad Place to Be
Back in Black
Play Ball
Dirty Deeds Done Dirt Cheap
Thunderstruck
High Voltage
Rock ‘n’ Roll Train
Hells Bells
Baptism by Fire
You Shook Me All Night Long
Sin City
Shot Down in Flames
Have a Drink on Me
T.N.T.
Whole Lotta Rosie
Let There Be Rock
(With Angus Young guitar solo)
Encore:
Highway to Hell
For Those About to Rock (We Salute You)

Alejo Monroy