En un jornada que brilló por el hard core, el ska y el reggae, el cierre del grupo liderado por Cavalera era más que justo.
Para las dos fechas que lleva el festival, el cartel ha sido del gusto más que todo del metalero bogotano, a quien se lo premió justamente por ser el público más fiel del festival.
La de ayer fue una jornada heterogénea musicalmente, quizá si se lo ve de una manera simplista. Sin embargo, para el domingo 17 de agosto no existía un mejor cierre que el de Soulfly.
Desde sus inicios en Sepultura y hasta su partida, Max Cavalera se consolidó como el padre del metal latino, al incluir fusiones poco convencionales en cada uno de los discos, algo que hizo más notorio en un trabajo como el Chaos A.D. (1993), pero que desde las baterías y los riffs ya se notaba en trabajos previos.
Sin embargo, fue con Soulfly donde Cavalera se dio muchos más permisos. Ese primer trabajo tiene metal, hard core, reggae, dub y sobre todo mucha percusión; es un disco tribal que empezó a labrar ese camino que empezó a convertir a Cavalera en una suerte de profeta del género y lo potenció más allá de los nombres de sus agrupaciones (cinco hasta el momento).
Por eso fue el cierre perfecto; naturalmente no se esperaba ver a los asistentes de Chocquibtown o Fishbone “pogueando” con los metaleros, no. Pero el contexto musical de fusión y “tribalismo”, fue el que ubicó a Max Cavalera como el personaje idóneo y con suficiente autoridad para ese cierre.
Ahora bien, el setlist fue más metalero, sin embargo corto: fueron solo 12 temas que no obstante, cumplieron el sueño de miles de bogotanos que están entre sus 20 y 40: escuchar en el Parque Simón Bolívar temas como Arise, Refuse Resist, Attitude y Roots Bloody Roots, en cabeza de uno de sus principales protagonistas.
Acompañando esos temas originales de Sepultura estuvieron los de Soulfly, los más sonoros y rítmicos: Jumpdafuck, Eye For an Eye, Primitive, Prophecy… entre los más conocidos que se mezclaron con los que le dan el nombre a la gira Savages, de su último disco.
Dos días, dos aciertos; ese es hasta ahora el balance del festival. Podrán decir lo que quieran, que este festival fue “metal al parque”, y no “rock al parque” y esto y lo otro. Este festival y la organización no tienen que complacer ni a la prensa ni a los sellos, no. El festival es para el público y las bandas; la asistencia masiva estos dos días demuestran que el trabajo ha sido serio y sobre todo honesto.
Julián López Cortés