La segunda fecha del festival Estéreo Picnic cerró con los neoyorkinos.
Fue un momento histórico, de eso no hay duda. Aunque ya había estado en el país Julián Casablancas tres años atrás, eso no le quitaba relevancia a la primera fecha de Los Strokes en Colombia, la banda que definió el sonido rock en la década pasada y le dio identidad a una nueva generación de rockeros que pedían a gritos tener íconos, así como los tuvieron quienes crecieron en los 90, 80 y 70. Y así fue como The Strokes puso en el mapa eso conocido como el “Rock de Garaje”.
Histórico porque The Strokes se acercan a los 20 años de carrera, una cifra no menor en el contexto actual de la música; que sigan en pie como banda headliner les da mucho mérito. El quinteto ha logrado posicionar algunas de sus placas como discos de culto del nuevo milenio, como “Is This It” (2001) y “Angels” (2011).
Polémico también, porque (al margen de lo que se dice en redes sociales, que en realidad no debería sorprender), lo que ha caracterizado a The Strokes en sus shows en vivo es la potencia de la voz de Casablancas y el elaborado trabajo de guitarras, algo que no estuvo en su mejor nivel (tampoco como para decir que fue un mal show), y que sin duda se extrañó con más distorsión, más gritos, más energía.
El show de The Strokes se ofreció a lleno total, con un público atento, cálido y dispuesto. El fanatismo colombiano por el quinteto ha crecido en los últimos años. Era una buena oportunidad para cerrar una relación artista-público con un histórico show; es oportuno decir que esa deuda está vigente. The Strokes debe volver a dar el 110%.
Buen setlist
Al margen, esta gira recorre los grandes éxitos del grupo en sus 16 años de discografía, por eso se llama “Future, present, past”, teniendo en cuenta también que es el nombre de su más reciente EP.
El recorrido inició con “The Modern Age”, en un camino que hizo paradas estratégicas en temas como “Soma”, el enérgico “This is it” y la oscuridad post punk de “Heart In a Cage” (ya hacia el final del performance del show).
En escenario está Casablancas al frente, con sus ya característicos lentes oscuros, una camiseta deportiva y su pose en la que el micrófono se convierte en un bastón; la base rítmica conformada por la dupla Moretti-Fraiture y en la guitarra rítmica Nick Valensi complementando al genio Albert Hamond Jr, quien sostiene y delira con su curiosa forma de tocar la guitarra.
The Strokes es un auto de cinco marchas que deben engranar perfectamente para lograr el máximo rendimiento. En ese camino se meten “New York City Cops” y “Hard To Explain”. Claro, todo entre muchos temas más, como el debut en vivo “80s Comedow Machine”.
Pero extrañamos Machu Pichu.
Entre los extremos de décadas no faltaron clásicos ni temas nuevos; The Strokes ya tiene en su haber muchos himnos contemporáneos como “Someday” “12:51” y “Reptilia”.
Sí. “Reptilia”. “Reptilia” es esa canción que se mueve por todos las propuestas de Los Strokes, mezcla la agresividad del punk con riffs felices y acelerados que invitan a corear y bailar ese solo de guitarra que se vuelve un loop. 14 años después “Reptilia” convierte a los Strokes en un clásico hiper cósmico.
Crónica y foto: Julián López Cortés