Tropipop: El mal llamado género musical Colombiano

Carlos Iván Medina
Carlos Iván Medina

Entre 1993 y el año 2010 hubo un boom de música “pop” Colombiana que algún “genio” (probablemente de la radio) resolvió denominar “tropipop”.
Me parece una simplificación abominable en tanto que reduce toda la riqueza del folclore Colombiano a la noción “tropi” (tropical), y claro: Colombia queda en el trópico, pero no es de trópico que la música Colombiana se nutre más que nada y por encima de todo de la cumbia y sus sobresalientes derivados. Y entiéndase a la cumbia no solo como una pulsión de tambores de herencia africana, sino como una sensación y desarrollo andinos; la cumbia también es indígena, así como la gaita (kuisi), y la guacharaca.

Se tiende a poner a Carlos Vives y La Provincia como la fuerza localista que hizo esto posible y en buena medida es cierto, pero es más por el hecho de poner a la Colombia musical en el mapa; Carlos Vives evidenció ante el mundo que Colombia (hasta ese entonces -1993-), realmente era y es una potencia musical. De allí en adelante las disqueras pararon oreja por estos lados y se comenzaron a gestar fuerzas musicales profundas que han sido capaces de ganar premios Grammy e influenciar a todo el orbe de la música latina y aún foránea.

En todo caso, mucho antes de Carlos Vives ya el germen del mal llamado “tropipop” existía en bandas de los 60s y 70s como Génesis, Los Amerindios o Cascabel (me refiero a la fusión folclore Colombiano-rock), y a finales de los 80 puntualmente (y allí tengo que hablar en primera persona), Distrito Especial; solo que para aquel entonces las disqueras eran una trampa en la cual firmar un desigual contrato para acabar en una estantería o en un catálogo sin apoyo ni promoción, para que así las compañías de discos acabaran con cualquier brote de competencia contra sus artistas anglos.

Ahí sí fue donde la contundencia de Carlos Vives fue lo único que logró sacarnos del letargo y la propia autodestrucción en que el primer mundo nos había sumido. El gran logro de Carlos Vives fue creer en lo nuestro y tener la estampa y el carisma necesarios para contagiar al mundo entero y principalmente a nosotros: los propios

Colombianos….Es ahí donde el “tropipop” es nuestra propia identidad y nosotros, por eso mismo, preferimos llamarlo “El rock de mi pueblo” o “Colombian Rock-Pop” o “Cumbiapop” o “Música Popular Colombiana”…..la noción “tropipopera” se parece más a Cubanos, Dominicanos, Chilenos o Portoriqueños (y no los estoy menospreciando ni mucho menos)

Es menester hablar de un complejo que justamente fue el que Distrito Especial, Carlos Vives y el Bloque de Búsqueda, con sus respectivas propuestas rompieron: el complejo de no creer en lo propio, el complejo de alabar y endiosar a las propuestas ajenas a expensas de las propias.

Con el “tropipop” parecía que el estigma estaba superado; sin embargo a una década de establecido y asimilado vuelve ese complejo autodestructivo y errático y comenzamos a oír en la radio a locutores y animadores renegando de la falta de originalidad y de la monotonía que estaban produciendo las bandas de “tropipop” a saber: Fonseca, La Fuerza Indomable, Fanny Lu, Bacilos, Jerau, Grupo Kuarzo, Lucas Arnau, Sin ánimo de lucro, Bonka, Maia, Wamba, Mauricio & Palo de Agua, Majua, Pasabordo, 13 Árboles, Jopais, Clarascuro, C5, Sombrero Vueltiao….y otras más que no alcanzo a recordar.

Que tristeza que no seamos conscientes de auto estimularnos positivamente para crecer y desarrollar la fuerza que nos hizo ser. ¡Abogo por que seamos testarudos y persistentes en nuestro empeño!

La luz al final del túnel es entender que cuando un artista testarudo siembra una semilla de pasión, se convierte en una fórmula que los “sabios” replican sin la debida sapiencia; sin el germen genuino que la hizo posible en primera instancia.

La copia termina siendo una caricatura. Por eso nuestra consigna es recrear lo más fiel posible el espectro de nuestra propia sensibilidad interior ante un fenómeno: en calidad de fiel testigo y juglar narrador de la escena (en lo posible para que nuestros nietos en plena infancia entiendan a cabalidad la sed del abuelo).

Carlos Iván Medina