David Gilmour y “Luck And Strange”: El viaje musical del año

David Gilmour en vivo en la gira “Luck and Strange”, Royal Albert Hall, octubre de 2024.

Uno de los regresos más esperados del 2024 fue el de David Gilmour, no solo por su nuevo disco llamado “Luck and Strange”, también por su regreso a los escenarios en lugares como Londres, Milán, Nueva York y Los Ángeles.

Estudié en un colegio católico toda mi primaria y bachillerato. Recuerdo que cuando estaba en el último año, los curas contrataron un “gurú motivacional” para que nos diera una charla. No recuerdo su nombre pero sí una de las frases que nos dijo a 90 muchachos de 17 años que no teníamos la más remota idea de lo que la vida significaba, “la suerte es la medida del entusiasmo”.

Hoy recuerdo esa frase siempre que algo bueno me pasa y que de alguna manera se podría considerar suerte.

Creo que fui una persona muy afortunada al poder asistir a uno de los shows que ofreció David Gilmour en Londres, en la gira de su nuevo disco. Gilmour, quien para muchos es responsable del giro que dió Pink Floyd en los años 70 y que llevaría al grupo su éxito y trascendencia incuestionables, ofreció seis fechas en el mítico Royal Albert Hall.

Yo pude asistir a la fecha del 12 de octubre. Llanto hubo, y mucho.

El Royal Albert Hall
Entrar a este escenario es poner los pies en una parte muy importante de la historia, no solo de la música y el rock.

Ubicado justo en frente del Hyde Park, el Royal Albert Hall es una joya de la arquitectura construida en marzo de 1871 y que ha alojado eventos tan importantes como el discurso que dio Winston Churchill en 1944 para agradecer a los Estados Unidos su apoyo a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, o la despedida de los rings de boxeo de Muhammad Ali en 1979.

Pero lo que más emociona para un amante del rock no son esos momentos históricos -el Royal Albert Hall es un museo-, lo que sorprende es ver el listado de leyendas de la música que se han presentado allí, como Frank Sinatra, Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Duke Ellington y, por su puesto, gigantes del rock como Led Zeppelin, The Beatles, The Who y naturalmente, Pink Floyd.

En ese lugar, la previa al concierto es una experiencia; poder tomarse una cerveza en cada uno de los pubs que hay adentro (yo me tomé una en cuatro de ellos y no llegué a conocerlos todos), ir a la tienda de regalos para comprar libros, magnetos o esculturas y también parar en la zona de memorabilia con libros, camisetas, buzos, cds, vinilos y picks, todos de David Gilmour.

Logré una ubicación en la gradería oriental sur, estaba sentado a unos 20 metros del escenario, con excelente visibilidad.

En el Royal Albert Hall se presentó David Gilmour, entre el 9 y el 15 de octubre de 2024.
En el Royal Albert Hall se presentó David Gilmour, entre el 9 y el 15 de octubre de 2024.

El momento llegó: “La suerte y la rareza”

Y allí estaba yo sentado. Mientras tomaba una pinta de cerveza y ojeaba el libro de la gira que compré, el Royal Albert Hall se empezaba a llenar lentamente. El reloj finalmente marcó las 20:15. Las luces se apagaron, los reflectores se posaron sobre el escenario y una enorme pantalla redonda, rodeada de focos con luces de colores, se encendió.

Las primeras tres canciones “5 A.M” (Rattle that Lock) “Black Cat” y “Luck and Strange” (ambas del disco Luck and Strange), me dieron una errónea impresión de que el concierto se enfocaría en la carrera solista de Gilmour, que vale la pena aclarar no hubiese sido una mala experiencia, para nada. Los discos como solista de Gilmour son simplemente maravillosos.

Sin embargo, al pasar no más de 20 minutos llegó el primer momento de verdad. En línea y sin interrupciones sonaron “Breathe (In the Air)”, “Time” y “Breathe” (Reprise), todas del disco Dark Side of the Moon (1973).

No es fácil de describir lo que se siente escuchar por primera vez en vivo estas canciones cantadas por Gilmour quien es la voz principal de estos temas. Si ver a Roger Waters es tener la versión más cercana posible al Pink Floyd de The Wall, ver a David Gilmour es tener la versión más cercana posible a Pink Floyd, no hay discusión.

Ese primer “encuentro musical” me confirmó que el show llevaría mis emociones al límite, porque empezó a conectarme poco a poco, con distintos momentos de mi vida en los que fui descubriendo a Pink Floyd.

Por lealtad a mi mismo no quise averiguar el set list de las fechas anteriores, esto fue una muy buena decisión pues cada sorpresa que llegaría sería mejor y más impactante. Por ejemplo, nunca imaginé que llegaría a escuchar “Fat Old Sun” del disco Atom Heart Mother (1970).

Hasta ese momento solo habían pasado 35 minutos de concierto pero yo ya no era consciente del tiempo. Simplemente pensaba en qué llegaría después.

Y ahí fue cuando escuché en vivo, por primera vez en mi vida, canciones del disco The Division Bell (1994). “Marooned” fue el primer tema que sonó de este disco, pero no el último. No terminé de entender lo que había acabado de pasar cuando llegó “Wish You Were Here” (1973). No pude contener el llanto.

Siguieron “Vita Brevis” y “Between Two Points”, ambas de Luck and Strange (2024) – aunque la última es un cover de Los Montgolfier Brothers (1999) y que David Gilmour canta a dúo con su hija Romany.

Romany Gilmour juega un papel muy importante en Luck and Strange, porque es corista, toca el arpa e interpreta este tema con su padre; verlos juntos en el escenario es conectar con el amor en una sincronía musical perfecta. Es verdaderamente mágico.

Esa primera parte del show finalizó con “High Hopes” también de The Division Bell (1994). Escuchar esa canción en vivo fue revivir no solo el videoclip, ya que de la nada salieron del escenario enormes globos blancos con los que los asistentes pudimos jugar y hacer una inmersión en la canción, también fue revivir el concierto P.U.L.S.E. (1995)

De golpe volví a ser el adolescente que escuchó por primera vez ese disco que tiene dos enormes máscaras mirándose -y mirándonos- en su portada.

 

David Gilmour en vivo, tocando “High Hopes” del disco The Division Bell
David Gilmour en vivo, tocando “High Hopes” del disco The Division Bell


Segunda parte del show: lo más emotivo

Los conciertos en Europa tienen una pequeña pausa en la mitad llamada “intermedio”. 25 minutos fueron suficientes para tomar dos pintas y llevar una más para el resto del show.

El primer disco que grabó Pink Floyd tras el pleito con Roger Waters fue A Momentary Lapse of Reason (1987). Esa noche, Gilmour lo recordó con “Sorrow”. Arrancar la segunda parte del show con este tema, de algún modo me hizo sentir que fui a dos fechas.

“The Piper’s Call” es una de las nuevas canciones de Gilmour; cuenta con un tremendo solo de guitarra al final. En vivo suena exactamente igual a la grabación y muestra la potencia y calidad a la hora de componer del guitarrista. David Gilmour es uno de los mejores del mundo.

El concierto fue avanzando con “A Great Day for Freedom” (The Division Bell) y también con “In Any Tongue” (Rattle that Lock).

El grupo de músicos que tocó junto a Gilmour en la gira está integrado por el legendario Guy Pratt quien lo acompaña desde 1988. Junto a él están Ben Worsley en la guitarra, Greg Phillinganes (Stevie Wonder y Eric Clapton) y Rob Gentry (David Bowie) en los teclados, Adam Betts en la batería, las hermanas Hattie y Charley Webb en los coros y Louise Marshall en el piano y voz, además de Romany Gilmour en vocales y arpa.

Justamente Louise Marshall fue quien se sentó al piano y cantó “The Great Gig in the Sky” (The Dark Side of the Moon), el siguiente tema en el repertorio y el cual sumó una atmósfera de mucha intimidad, pues frente al piano se encendieron velas en candelabros y los músicos la rodearon.

La recta final del show empezó con “A Boat Lies Waiting” (Rattle that Lock), “Coming Back to Life” The Division Bell, “Dark and Velvet Nights”, “Sings” y “Scattered”, todos ellos temas de Luck and Strange.

Un encore comfortable y maravilloso

Luego de que sonaron estos temas la banda se despidió. David Gilmour dio las gracias, presentó a los músicos, agradeció a su esposa Polly Samson y se abrazó con su hija Romany.

David Gilmour en vivo en el Royal Albert Hall, 12 de octubre de 2024.
David Gilmour en vivo en el Royal Albert Hall, 12 de octubre de 2024.

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En marzo de 2024 un gran amigo, Nicolás Helo, me contó que sí o sí se iba a Londres a ver a David Gilmour. Dos noches antes de que iniciara la venta de entradas, en mayo, me convenció de que fuéramos juntos a ese concierto. Fue una decisión financieramente polémica, pero sin duda, una de las mejores que he tomado en mi vida.

Días antes del concierto, ya en Londres, hablábamos de nuestro set list soñado y nos imaginábamos ese concierto ideal. Dudamos mucho de que Gilmour agregara temas de The Wall (1979), por obvias razones.

Después de que la banda finalizó el show, yo le decía a Nicolás que si el grupo regresaba y tocaba “Comfortably Numb”, sería mi cierre perfecto del concierto, sería cumplir un sueño…
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Pasaron dos o tres minutos. La banda volvió a subir al escenario y sin previo aviso empezó a sonar ese maravilloso tema, “Comfortably Numb”. No tengo un recuerdo reciente de haber llorado durante siete minutos seguidos, hasta ese momento.

Al empezar la canción se apagó la pantalla y las luces se transformaron en rayos láser de color púrpura y verde. Todos los asistentes nos levantamos de nuestras sillas y cantamos al lado de Gilmour. Alzamos los brazos, miramos al infinito y a una sola voz se esuchaba:

“There is no pain, you are receding
A distant ship’s smoke on the horizon
You are only coming through in waves
Your lips move, but I can’t hear what you’re saying

When I was a child, I had a fever
My hands felt just like two balloons
Now I’ve got that feeling once again
I can’t explain, you would not understand
This is not how I am

I have become comfortably numb

Pratt y Gilmour hicieron las voces. El solo de guitarra final es tal vez el mejor momento de la canción, no tengo más palabras para describirlo. Éramos unas seis mil personas aproximadamente, pero yo sentí que esa canción me la cantaron a mí, al Julián que escuchó por primera vez esa canción en 1995 y que nunca ha dejado de oírla y emocionarse cada vez que suena.

Se acabó el tema, con ese épico postludio en el que las guitarras marcan el cierre al lado de la batería. Felicidad, magia y un gran suspiro. Me senté, tuve que asimilar lo que había pasado, lo que había acabado de ver.

El 12 de octubre del 2024 yo estaba en Londres, viendo a David Gilmour.

Crónica y fotos: Julián López Cortés