Se nos fue Lemmy pero queda el legado de Motörhead

Quizá son los 70 años que mejor pudo haber vivido un rockero. La vida de Lemmy estuvo llena de excesos, entre ellos el rock pesado.

Lemmy me voló la cabeza con “Ace of Spades”, una noche que fuimos a tocar y oir canciones de Deep Purple con algunos amigos músicos de la época (bajos 80) y alguien “torció” la velada hacia este desconocido (para mí), de tal forma que ya no dejamos poner otra cosa en el equipo de sonido.  Por la mañana, cuando finalizamos, sentimos que habíamos hecho una epecialización en Mötorhead.

Me llamó aún más la atención porque yo había heredado unos acetatos de Hawkwind, de alguien que no se los quizo llevar cuando emigró a USA (a quien se los había regalado, le parecieron ruidosos y por eso me los dio a mí), y me enteré que lo habían echado de esa banda (cuyos miembros no se negaban a tomar cualquier aspirina), por “pepo”.

Luego quizo el destino que Marcela Benavides en Señal Colombia, cuando trabajaba como Productor Delegado, me dijera que si me interesaba que me dieran un proyecto de música que había propuesto la Universidad de Medellín.  Acepté de una y apareció en mi vida Giovanni Rendón, bajista de P-NES, con quien hicimos una serie llamada “Ataque Sonoro”.  Luego en su primera visita a mi casa y para sellar nuestra amistad rockandrollera, “trajo a vivir” en mi colección su copia en vinilo de “No Sleep´til Hammersmith”

La línea de tiempo (para usar un término de mi trabajo) hizo un milagro y llegó el día de ver a Motorhead en casa.  Con Julián López estuvimos listos desde que lo anunciaron. Incluso a la entrada compramos sendos juegos de baquetas de Mikkey Dee.  (Una se fue con Giovanni para Medellín en otra visita). Desafortunadamente lo hicieron en el Coliseo Cubierto El Campín de Bogotá.  El peor diseño  para la acústica de cualquier evento con más de una flauta dulce. Lemmy, que ya lo sabía todo a esa altura de su vida, quizo corregir el problema haciéndonos el favor de intentar demoler el adefesio subiendo el volumen a un nivel en verdad insoportable, aún para el más fiel de los seguidores de Motorhead.  “Ace of Spades” quedó tatuado en mis circunvoluciones cerebrales para siempre.  De manera que si me lo tajan se puede escuchar con un láser este himno inmortal.

No tumbó el lugar de milagro pero mis oídos todavía pitan con el recuerdo del más salvaje de mis héroes del heavy metal.

Paz en la tumba de los vecinos no habrá.  Lemmy se encargará de ello.

Mauricio Tamayo
@mautulin

Fotos: Julián López