Siempre pensé, hasta ese 6 de diciembre de 2012, que sería prácticamente imposible ver a ese grupo en vivo.
Por suerte ese año vivía en Buenos Aires y de hecho, en diciembre de 2012 me devolvía a Colombia, así que ver a Dead Can Dance marcó dos hitos importantes. Uno, sin duda, fue poder ver en vivo a ese grupo liderado por Lisa Gerard y Brendan Perry; el otro, fue el último concierto que pude cubrir en “la ciudad de la furia”.
Ese año Dead Can Dance había publicado su disco “Anastasis”, el décimo primero de su carrera, y el primero después del aclamado “Spiritchaser”, de 1996, es decir pasaron 16 años para que el grupo de origen australiano e inglés presentará un nuevo disco.
Lo que me gustó fue que todo lo que sonó en vivo tuvo un formato lo más acústico posible. Las percusiones fueron casi tan tribales como su sonido en los discos.
Pero me deslumbró la magia y la energía que proyecta Lisa Gerard en escenario. Paz, armonía y tranquilidad. Siempre que miraba al público lo hacía con una hermosa y maternal sonrisa.
La voz de estos dos personajes está intacta. Los años han hecho más estragos en Steven, pero su voz es magistral. En escena estaban acompañados por dos percusionistas y una tecladista, nada más; con lo cual fue aun más notorio el nivel musical de Dead Can Dance.
Fueron varios los temas de Anastasis, por su puesto, sin embargo el set incluyó obras maestras como “Children Of The Sun”, “The Host Of Seraphim”, “Now We Are Free” (un tema original de Lisa con Hans Zimmer), “Dreams Made Flesh” (de This Mortal Coil), y “Rising Of The Moon”.
Fue hermosa esa noche. El show fue en el teatro Vorterix, en el corazón del barrio de Colegiales; finalizaba la primavera así que la noche era cálida, pero tenía una brisa muy agradable; un ambiente nocturno, pero muy apacible, como la música de Dead Can Dance.
Crónica y fotos: Julián López Cortés